Comunidades pobres no recibieron aviso sobre erupción del Volcán de Fuego

 

El verde de la cordillera de Guatemala se vuelve gris de ceniza y arena que expulsó el Volcán de Fuego. Es una desgracia en blanco y negro. Las calles, las casas, los techos, las plantas no tienen color, tampoco las personas, ni los cadáveres que se siguen rescatando entre montañas de polvo gris que sepultaron comunidades enteras.

 

Huele a azufre. El piso quema cuando caminas porque el domingo el piso era lava. Arden los ojos porque las partículas de la erupción siguen volando en el ambiente que pesa. De la majestuosidad de la exhalación de 10 kilómetros de altura al pánico, porque todo eso se te viene encima.

 

CICATRICES DE SISMOS Y DE ERUPCIONES

En las faldas de los volcanes se vive de la agricultura y del ganado. Son tres, el volcán de Agua, y enfrente, como siameses, el Acatenango y el que hizo erupción, el Volcán de Fuego. De un lado está la ciudad colonial de Antigua, polo turístico. Con visibles cicatrices de los sismos y las erupciones del pasado.

 

Del otro está Escuintla, ruta comercial entre el puerto y la capital. En medio, una preciosa carretera panorámica. La carretera de los volcanes que cruza las comunidades humildes de campesinos y pequeños ganaderos.

 

Es la columna vertebral fracturada que conecta a las comunidades de la tragedia. Aquí están acostumbrados a los rugidos del coloso de fuego. Pero no a sus ataques.

 

RÍO DE LAVA Y NUBE DE HUMO TÓXICO

La gente salió corriendo despavorida porque sufrió una doble embestida. La primera fue el río de lava, ana avenida ardiente que arrasó a lo largo de 10 kilómetros desde el cráter del Volcán de Fuego. Encontró su paso en barrancas y valles, en las cuencas de agua y en las carreteras. Un flujo piroclástico como nunca antes lo habían visto.

 

El segundo fue una nube de humo tóxico. Rocas calientes, cenizas y gas. Avanzando a más de 100 kilómetros por hora, persiguiendo a los habitantes hasta asfixiarlos con veneno en los pulmones a 600 grados centígrados, el doble de un horno casero.

 

Un helicóptero reportó que arriba está lloviendo y temen que el agua reblandezca la tierra y venga ahora un deslave que siga destruyendo. Y, además, le temen al piso que sigue caliente.

 

A las tres y media de la tarde todo mundo es desalojado. Se suspende el rescate. Se van bomberos, militares, rescatistas, médicos, todos. Se quedan policías a impedir el paso.

Fuente: Noticieros Televisa

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